Las mujeres perfectas: versión del 75 vs. la del 2004
Dos épocas, dos estilos y un mismo escalofrío: repasamos las claves de Las mujeres perfectas y qué cambia entre ambas versiones.
Dos épocas, dos estilos y un mismo escalofrío: repasamos las claves de Las mujeres perfectas y qué cambia entre ambas versiones.
Portada Las mujeres perfectas
Hay películas que inquietan no por lo que muestran, sino por lo que insinúan.
Las mujeres perfectases una de esas historias que, en cualquiera de sus versiones, te deja pensando más de la cuenta. No importa si la viste en los 70 o en los 2000: el escalofrío es el mismo.
En este artículo comparamos la versión original de 1975 con el remake de 2004. Vamos a repasar sus diferencias de tono, estilo y mensaje, analizar qué representa cada una y ver cómo una misma idea puede decir cosas muy distintas según la época.
La historia de Las mujeres perfectas parte de algo bastante trivial: Joanna Eberhart se muda con su esposo y sus hijos al suburbio de Stepford buscando una vida más tranquila. Lo que encuentra es un barrio hermoso, lleno de mujeres amables, esposas dedicadas y maridos bastante tradicionales.
Joanna y Walter llegan al barrio
Pero pronto empieza a notar algo raro: las mujeres del lugar parecen demasiado obedientes, casi como si fueran controladas. Cuando algunas amigas también empiezan a cambiar su forma de ser, Joanna descubre que en Stepford hay algo más que lavavajillas y sonrisas falsas.
La versión original de Las mujeres perfectas fue estrenada en plena década del 70, cuando el feminismo ganaba espacio y cuestionaba los roles tradicionales. La historia se cuenta como un thriller, con una atmósfera inquietante y cada vez más opresiva.
La película, llamada en español de Las esposas de Stepford, muestra cómo la búsqueda de “la esposa ideal” se transforma en una pesadilla. Los hombres de Stepford no quieren compañeras: quieren muñecas perfectas, programadas para servir, sonreír y no opinar. La crítica es clara y directa.
Las mujeres perfectas
Todo está contado con sutileza, pero también con firmeza. La protagonista, interpretada por Katharine Ross, va entendiendo, paso a paso, que la libertad puede ser una ilusión. Y eso, en los años 70, era un mensaje fuerte, incómodo y muy vigente.
¡Atención: esta sección contiene spoilers! En el final de la película de 1975, Joanna descubre que los hombres de Stepford asesinan a sus esposas y las reemplazan por robots idénticos, obedientes y sin voluntad. Cuando intenta escapar, es capturada, y en la escena final se la ve actuando como una más: sonriente, vacía y completamente anulada. No hay justicia, solo sumisión y silencio.
Es un final seco, oscuro y sin redención. El mensaje es brutal: cuando el poder patriarcal se impone, lo hace a costa de borrar por completo al otro. No hay esperanza ni vuelta atrás. Solo una sociedad que prefiere muñecas antes que mujeres reales.
La versión de Las mujeres perfectas del 2004, protagonizada por Nicole Kidman, toma el concepto original y lo transforma en una comedia negra con estética pop. El suspenso queda en segundo plano, y el tono es mucho más liviano y satírico.
El remake muestra a Joanna como una exitosa productora de televisión que sufre una crisis profesional y se muda a Stepford con su esposo, interpretado por Matthew Broderick. Allí se encuentra con esposas que parecen salidas de un comercial de los años 50: obedientes, felices, obsesionadas con el hogar.
Joanna con la estética del barrio
A diferencia de la película de 1975, esta versión juega con el absurdo y pone el foco en el contraste entre la mujer moderna y los estereotipos del pasado. Hay más humor, más ironía y un intento de actualizar el mensaje a los valores del nuevo milenio.
En el final del remake, se revela que las esposas de Stepford no son robots, sino mujeres reales que fueron modificadas con implantes cerebrales para controlar su comportamiento. El plan, ideado por el esposo de Joanna junto con otros hombres del pueblo, era crear esposas obedientes que encajaran con una visión conservadora y machista de la familia ideal.
Sin embargo, el giro inesperado es que la verdadera mente detrás del proyecto es Claire (Glenn Close), la esposa del líder del grupo. Ella, decepcionada del mundo moderno y dolida por la infidelidad de su marido, decide crear Stepford como un “refugio” perfecto... a su manera.
Mike y Claire Wellington
Joanna logra liberar a las esposas y revertir el proceso, recuperando sus personalidades. Al final, los maridos son quienes quedan bajo vigilancia, mientras las mujeres recuperan el control de sus vidas. Es un cierre mucho más liviano, con tono de comedia y mensaje de empoderamiento, aunque menos impactante y crudo que el de la versión original.
Ambas películas cuentan la misma historia base, pero la forma en que la narran es totalmente distinta. Desde el tono hasta los personajes, cada versión refleja una época, un estilo y una idea diferente sobre el rol de la mujer. Vamos a analizar algunos de los principales puntos de contraste entre las pelis.
La versión de 1975 es un thriller psicológico. Se construye con tensión, silencios y escenas inquietantes que te hacen dudar de todo. El miedo se siente real y crece con cada paso que da la protagonista.
Matthew Broderick como Walter Kresby
En cambio, la del 2004 elige un tono más liviano y satírico. Usa humor, ironía y situaciones absurdas para criticar lo mismo, pero sin generar angustia. Eso hace que el mensaje llegue, pero más disfrazado.
Joanna en 1975 es una mujer común, con dudas reales, que va descubriendo lentamente que algo no anda bien. Es creíble, vulnerable y compleja. La empatía con ella es inmediata.
Joanna hace presentación en su trabajo
En 2004, Joanna es una ejecutiva poderosa que pasa de controlar todo a estar completamente fuera de lugar. Aunque es divertida y carismática, su historia tiene menos profundidad y más exageración.
En la original, la crítica al machismo es directa y sin filtro. No hay alivio ni justicia al final, lo que refuerza el mensaje feminista desde una perspectiva mucho más cruda y contundente.
El remake, en cambio, suaviza el golpe. El conflicto se resuelve, las mujeres recuperan su poder y los hombres reciben su castigo. El mensaje sigue ahí, pero se adapta a una mirada más optimista y digerible.
La revelación final de la película
Aunque las dos películas parten de la misma idea, sus desenlaces van por caminos opuestos. Una deja un sabor amargo, la otra apuesta al cierre feliz. La original incomoda, el remake tranquiliza. Y esa diferencia cambia por completo el impacto que deja cada historia.
Más allá de las diferencias de tono y estilo, cada película dice mucho sobre el momento en que fue hecha. Los miedos, los modelos de familia, el rol de la mujer y la mirada social cambian, y Las mujeres perfectas lo refleja con claridad.
La película original aparece en pleno auge del feminismo de segunda ola. Las mujeres empezaban a cuestionar su lugar en la familia y la sociedad, y esa incomodidad se ve reflejada en la trama. Los hombres de Stepford quieren volver al orden “natural” donde mandan ellos.
Video sobre el chip femenino
El mensaje es directo: la emancipación femenina molesta, y algunos preferirían borrar a las mujeres reales antes que aceptarlas con voz propia. Por eso el final es tan duro: refleja un mundo que prefiere robots a mujeres independientes.
En el remake, la crítica al machismo sigue presente, pero desde otro ángulo. Ya no hay miedo explícito a la liberación femenina, sino una burla al modelo de mujer superficial, consumista y estereotipada. La idea de igualdad parece asumida… pero no resuelta.
Joanna prepara un montón de cupcakes
El problema ya no es solo el control de los hombres, sino las exigencias absurdas de la sociedad en general. Aunque más liviana, la película muestra cómo los ideales de perfección siguen presionando a las mujeres, incluso en tiempos supuestamente “modernos”.
Las mujeres perfectas nació como novela, escrita por Ira Levin en 1972, y fue la base directa para la versión cinematográfica de 1975. El libro comparte casi todos los elementos principales de la película: la mudanza a Stepford, el comportamiento extraño de las esposas y la revelación final.
La narrativa es breve, directa y perturbadora. Levin plantea una crítica feroz al patriarcado y a la obsesión masculina por controlar a la mujer. Es un relato frío y calculado, sin vueltas ni alivios. El libro termina igual que la película del 75: con la protagonista convertida en otra “mujer perfecta”.
Reunión masculina
A diferencia del remake, que toma varias licencias y adapta el mensaje al público del 2000, la novela es clara en su postura. No hay humor ni sátira, solo incomodidad. Para muchos, sigue siendo una lectura potente y necesaria, que vale la pena redescubrir.
Pasan los años, cambian los estilos, pero el fondo sigue inquietando. Las mujeres perfectas habla de control, poder y de cómo la sociedad muchas veces intenta moldear a las personas para que encajen. Y eso no es cosa del pasado.
Ya sea desde el suspenso o la sátira, ambas versiones nos invitan a pensar en los modelos que seguimos repitiendo. ¿Qué exigimos de los demás? ¿Qué se espera de las mujeres? ¿Qué es lo que se premia y qué se castiga? Preguntas incómodas, que siguen resonando.
Si te quedaste con ganas de ver o volver a ver estas películas, buscá Las mujeres perfectas en Mercado Play. Compará vos mismo las dos versiones y sacá tus propias conclusiones. Porque a veces, lo más perturbador no está en la pantalla... sino en lo que representa.