Velocipastor y Sharknado: ¿Cuál es la más "tan mala que es buena"?

Enfrentamos a dos gigantes del cine "tan malo que es bueno". Descubrí quién se lleva el título de la película más divertida y absurda.

Hay películas que rompen todas las reglas del cine y, aun así, nos dejan pegados a la pantalla. Velocipastor (2018) y Sharknado (2013) no buscan premios ni críticas positivas: su misión es exagerar, sorprender y hacernos reír de lo imposible. Y lo logran con creces.

En este artículo vamos a enfrentar estos dos íconos del cine bizarro, analizar sus escenas más absurdas, ver cuál se disfruta más y sumar otras joyitas “tan malas que son buenas”. Porque, a veces, el cine ridículo es justo lo que necesitamos.

¿Qué tienen estas pelis que nos atrapan igual?

No tienen buenos efectos, ni guiones sólidos, ni actuaciones memorables. Pero igual no podés dejar de mirarlas. Las películas “tan malas que son buenas” funcionan porque abrazan lo absurdo, exageran todo lo posible y logran que el espectador se divierta sin esperar lógica.

Sharknado y Velocipastor son parte de ese universo donde lo ridículo es la norma. Una mezcla de cine clase B, humor involuntario y decisiones creativas inexplicables que terminan siendo irresistibles. No importa si el tiburón vuela o si el cura se transforma en dinosaurio: el objetivo es disfrutar.

Ver este tipo de pelis se vuelve una experiencia colectiva. Reírse con otros, sorprenderse con cada escena ilógica y disfrutar lo inesperado es parte del encanto. Y en eso, estas dos cintas tienen muchísimo para ofrecer.

Sharknado: cuando el absurdo se vuelve franquicia

¿Tiburones volando en un tornado? Sí. ¿Y que encima te ataquen en pleno centro de Los Ángeles? También. Sharknado (2013) nació como una peli para televisión sin grandes pretensiones, pero su nivel de delirio fue tan alto que se volvió un fenómeno mundial.

La trama es tan simple como ridícula: un tornado lleno de tiburones arrasa con todo, y un grupo de personajes tiene que salvar el día a puro motosierra y frases épicas. Lo inesperado es que funcionó. La gente no solo la miró, la celebró. Y así llegaron cinco secuelas más.

Hoy Sharknado es casi un subgénero en sí mismo. Actrices como Tara Reid y cameos de celebridades le sumaron fama, y los efectos cada vez más exagerados terminaron de sellar su identidad. Es puro entretenimiento, sin filtro ni vergüenza.

¿Qué tan en serio se toma?

Parte del éxito de Sharknado está en que sabe exactamente lo que es y no intenta disimularlo. Desde la primera escena, se nota que el guion abraza lo absurdo y va cada vez más allá, con ataques imposibles y personajes que reaccionan con total naturalidad a lo inverosímil.

La peli no busca tensión real ni verosimilitud. Busca que te rías, que te sorprendas y que disfrutes lo ridículo como parte de la experiencia. Y esa autoconsciencia es clave para que funcione como fenómeno cultural.

Al principio puede parecer una mala película más, pero apenas ves una motosierra usada para abrir un tiburón en pleno vuelo, entendés que el juego es otro. Y si lo aceptás, te la pasás genial.

Las seis entregas de Sharknado (y de qué trata cada una)

Sharknado no se quedó en una sola película. El éxito fue tal que se convirtió en una saga de seis partes, cada una más delirante que la anterior. Acá te dejamos un resumen rápido de cada una:

  • Sharknado (2013): un tornado lleno de tiburones destruye Los Ángeles. Fin Shepard y su equipo intentan sobrevivir entre lluvias de escualos y caos total.

  • Sharknado 2: The Second One (2014): ahora los tiburones atacan Nueva York. Más tiburones, más locura y más herramientas improvisadas para defenderse.

  • Sharknado 3: Oh Hell No! (2015): el desastre llega a Washington D.C. y la costa este. Hay tiburones espaciales, sí, y hasta una secuencia en la NASA.

  • Sharknado 4: The 4th Awakens (2016): ambientada cinco años después, mezcla referencias a Star Wars y presenta nuevas amenazas: “sandnados”, “cownados” y más.

  • Sharknado 5: Global Swarming (2017): los tiburones ya no atacan solo EE.UU.: ahora el desastre es mundial. Escenas en Roma, Londres y hasta el Monte Everest.

  • The Last Sharknado: It’s About Time (2018): la saga se despide viajando por el tiempo. Hay tiburones en la prehistoria, en la Edad Media y en el futuro. Literalmente, todo vale.

Los momentos más delirantes

Si algo define a Sharknado es que siempre encuentra una forma de superarse a sí misma. En cada entrega, las situaciones absurdas escalan al punto de que ya nada sorprende... y eso es lo mejor. Acá van algunos de los momentos más imposibles que realmente pasan en la saga:

  • Fin salta con una motosierra dentro de un tiburón volador, lo parte al medio desde adentro... ¡y sobrevive!

  • Una mujer da a luz dentro de un tiburón, mientras cae del cielo, en pleno Sharknado.

  • Tiburones espaciales, en la tercera parte, atacan dentro de una estación espacial.

  • Viajes en el tiempo, dinosaurios y caballeros medievales, todo en la sexta entrega.

  • Un tiburón gigante decapita la cabeza de la Estatua de la Libertad, que luego rueda por la ciudad.

Sharknado no tiene límites. Y por eso se disfruta tanto.

Velocipastor: un cura, un dinosaurio y cero lógica

Velocipastor (2018) es exactamente lo que su título promete: un sacerdote que se transforma en dinosaurio para combatir el crimen. Sí, así de directo y sin vueltas. Es cine de bajísimo presupuesto, con actuaciones ridículas y diálogos imposibles... y, sin embargo, funciona.

La historia sigue al padre Doug, un joven cura que, tras perder a sus padres en una explosión (que ni se muestra en pantalla), viaja a China y entra en contacto con un antiguo poder que lo convierte en velocirraptor. A partir de ahí, combina sermones con mordidas letales, todo con ayuda de una prostituta experta en kung-fu.

Pero lo mejor de Velocipastor no es el guion: es que sabe que es un delirio. En vez de disimular sus limitaciones, las resalta. Hay una escena donde en lugar de mostrar una explosión, aparece un cartel que dice “Insert VFX here”. Y eso, justamente, es parte de su encanto.

¿Una sátira o una parodia?

Una de las dudas que deja Velocipastor es si realmente intenta burlarse del cine clase B... o si simplemente se entrega al disparate sin ningún freno. La respuesta está justo en el medio: no es parodia tradicional, pero tampoco se toma en serio.

El director Brendan Steere armó la película con apenas unos miles de dólares y muchas ganas de divertirse. Los errores son intencionales, los efectos son absurdos a propósito, y los diálogos están cargados de frases imposibles como “creo en dinosaurios, no en Dios”.

Es como si mezclaran películas religiosas, artes marciales, gore, humor involuntario y dinosaurios… y lo agitaran sin lógica. Y en ese caos total, encuentra su gracia.

Escenas que no vas a poder creer

Si pensabas que ya habías visto todo, Velocipastor viene a demostrarte lo contrario. Cada escena es un delirio nuevo, como si hubiera sido escrita en una noche de insomnio y fiebre, pero aun así, no podés dejar de mirar.

  • El cura se transforma por primera vez en velocirraptor... fuera de cámara. Solo vemos las reacciones exageradas de los personajes y un disfraz malísimo después.

  • Los ninjas aparecen de la nada y hablan inglés perfecto. No importa que estén en un bosque “de China” filmado claramente en un parque de Estados Unidos.

  • Una conversación profunda sobre fe, prostitución y dinosaurios se da como si fuera lo más normal del mundo.

  • El traje de dinosaurio parece comprado en un cotillón. Literalmente, se le ven los pliegues del plástico.

  • Un personaje muere gritando durante tanto tiempo que se vuelve incómodo... y cómico.

Velocipastor no tiene sentido, ni lo busca. Y eso es lo que lo hace tan divertido de ver en grupo.

¿Cuál es más disfrutable y por qué?

Sharknado y Velocipastor son dos clases distintas de locura cinematográfica. Una tiene tornados con tiburones voladores y una franquicia detrás; la otra, un cura que se convierte en dinosaurio para luchar contra ninjas. Ambas son ridículas, pero cada una a su manera.

Sharknado es ideal para maratonear con amigos. Tiene ritmo, efectos exagerados y momentos que son casi memes en sí mismos. Cuanto más avanza la saga, más absurdo se vuelve todo. Es una experiencia colectiva: cuanto más gente mirando, mejor.

Velocipastor, en cambio, es más concentrada: una sola peli, pero llena de momentos inolvidables. Tiene ese encanto de lo “casero” y lo descaradamente mal hecho, que te hace reír incluso cuando no pasa nada. Es ideal si buscás 70 minutos de delirio sin pausa.

¿Cuál gana? Depende del ánimo. Pero lo seguro es que las dos tienen un lugar asegurado en el ranking de las peores... que nos encantan.

¿Y si compiten con otras joyitas del cine bizarro?

Sharknado y Velocipastor no están solos. Hay un universo entero de películas absurdas con bichos gigantes, enfrentamientos imposibles y guiones tan ridículos que son imposibles de ignorar. Acá van algunas joyitas que tenés que ver por lo menos una vez en la vida:

  • Mega Python vs. Gatoroid

    (2011): Debbie Gibson interpreta a una bióloga radical que libera pitones mutantes, mientras Tiffany da vida a una conservacionista militarizada que suelta caimanes alterados para frenarlas. Las dos, íconos del pop ochentoso, se enfrentan en una pelea tan absurda como gloriosa.

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Cocodrilo versus serpiente

  • Dinocroc vs. Supergator (2010): David Carradine es el jefe de la corporación que crea por accidente a los monstruos, y Corey Landis interpreta al guía local que tiene que enfrentar las bestias. Un duelo de reptiles gigantes con muy poco sentido y mucha destrucción.

  • Lavalántula (2015): Steve Guttenberg lidera el reparto como una exestrella de acción que ahora debe enfrentar tarántulas que escupen lava. Michael Winslow, su excompañero de Loca academia de policía, lo acompaña con gritos y sonidos imposibles.

  • Maldita araña asesina

    (2013): Greg Grunberg encarna a un exterminador con más entusiasmo que recursos, y Lombardo Boyar es el guardia de seguridad que lo acompaña. Juntos intentan frenar a una araña alienígena que va creciendo y devorando todo a su paso por Los Ángeles.

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Hombre es atacado por araña gigante

  • Boa vs. Python (2004): David Hewlett es el científico que suelta una boa gigante para detener a una pitón asesina que escapó del laboratorio. Jaime Bergman interpreta a la agente encubierta que lo ayuda en medio del caos. Todo termina, obviamente, en una batalla sin lógica entre serpientes gigantes.

Si te gustan los monstruos imposibles y los efectos truchos, este es tu multiverso. Y por suerte, muchas están en streaming para revivir una noche de delirio total.

El encanto de lo ridículo: por qué seguimos mirando

Hay algo liberador en mirar películas que no pretenden ser perfectas. Nos reímos, nos sorprendemos y, por un rato, dejamos de lado toda lógica. En un mundo donde todo parece calculado, estas historias absurdas ofrecen un respiro necesario.

Sharknado, Velocipastor y compañía nos recuerdan que el cine también puede ser puro juego, exceso y descontrol. Y tal vez por eso, incluso siendo tan malas, nos terminan encantando tanto.