El Triunfo De Los Bastardos: La Península Ibérica En, De Aragón, Arturo García. Editorial Oem, Tapa Blanda En Español

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Libro: El triunfo de los bastardos: La Península Ibérica en

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La Iglesia los ungía con los santos óleos a través de sus obispos que revestidos de dignidad, aceptados como representantes del cielo, colocaban en la cabeza del señalado una corona símbolo definitivo de su aceptación, no solo en la Tierra sino también en el cielo. Ya era rey el escogido por Dios, esto era lo más importante, Dios había accionado, de Él recibía el reino y le hacía poseedor de las vidas y haciendas de sus súbditos, así lo quería el Todopoderoso. El pueblo y la nobleza asentían y se arrodillaban para besar la mano del ungido. Se había establecido un derecho, que como el más firme eslabón, unía Iglesia y Estado comprometiendo a ambos en apoyarse contra todo lo que pudiera aparecer en su contra. Este acto se hacía hereditario en sus hijos legítimos lo que aseguraba su vigencia y legitimidad. Pero llegado un momento político crítico, basado en causas terrenales, solo terrenales, todo lo anterior resultaba secundario; esa nobleza que juró acatamiento, ese clero que afirmaba accionaba en nombre de la Providencia, todo deja de ser pétreo e inamovible. Así ocurrió en pleno siglo XIV. En el mes de marzo de 1369, un rey legítimo, Pedro I de Castilla, elevado y reconocido por la Iglesia como elegido de Dios diecinueve años antes, es asesinado por su hermanastro bastardo Enrique conde de Trastámara. El puñal que lo mató, lo empuñó Enrique, pero el que se llegara a ello, fue gracias al dinero papal, de dos papas sucesivos-Inocencio VI y Urbano V-que conspiraron con él y contrataron y pagaron con dinero de las arcas pontificias al ejército de mercenarios que lo hizo posible. Fue el principio del triunfo de los bastardos, y no solo en Castilla....