Imagen pintada a mano de San Cosme y Damián 14 cm a color

Descripción

IMAGEN DE San Cosme y Damián
ALTURA 14 CM
ANCHO 11 CM
LONGITUD 5 CM
HECHA DE YESO
COLOREADO

San Cosme y San Damián nacieron en la ciudad de Egeia, en Arabia, alrededor del año 260. Eran gemelos, hijos de familias nobles. Su madre, Teodata, les enseñó la fe cristiana. Y les enseñó de tal manera que Jesucristo se convirtió en el centro de sus vidas.

La vida de San Cosme y Damián
Cosme y Damián fueron a estudiar a Siria en aquella época, un gran centro de estudio y formación. Allí, los gemelos se especializaron en ciencia y medicina. Se convirtieron en médicos de renombre por su competencia, logrando grandes éxitos en sus tratamientos, así como en obras de caridad para los enfermos.

San Cosme y San Damián, la medicina que lleva a Dios
Debido a su profunda formación cristiana, los hermanos, que viven en un mundo paganizado, decidieron atraer a las personas a Jesucristo a través de la práctica de la medicina. Y no lo hicieron de manera impositiva o embarazosa, sino principalmente a través de la caridad, el amor y la competencia.

Además, no cobraron por sus servicios médicos. Por esta razón, se difundió la idea de que a los dos gemelos médicos no les gustaba el dinero. No era exactamente eso. De hecho, ambos eran grandes almas que sabían cómo darle al dinero el lugar que le correspondía. Querían sanar a las personas en cuerpo y alma, y también ofrecerles las enseñanzas y la salvación de Jesucristo. Por esta razón, San Cosme y San Damián son los santos patronos de los médicos, las facultades de medicina y los farmacéuticos.

La persecución contra Cosme y Damián
Al mismo tiempo que trabajaban y enseñaban en nombre de Jesús, el emperador Diocleciano lanzó una gran persecución contra los cristianos. Y el lugar donde vivían estaba dominado por los romanos. Por este motivo, fueron arrestados acusados de brujería y de propagar una secta prohibida por el emperador. El emperador odiaba a los cristianos porque despreciaban a los dioses romanos y adoraban solo a Jesucristo.

Cosme y Damião fueron sacados violentamente del lugar donde estaban atendiendo a los enfermos y llevados ante los tribunales. Allí, los acusaron de brujería, de curar a los enfermos y de predicar un culto prohibido. Cuando se les preguntó acerca de esto, respondieron: Curamos las enfermedades en el nombre de Jesucristo y con su poder. Es el Hijo de Dios que vino a este mundo para salvar y sanar. En el tribunal, se les exigió que renunciaran a su fe en Jesucristo y comenzaran a hablar a los pacientes sobre los dioses romanos. Se negaron, no renunciaron a los principios del Evangelio y, por esta razón, fueron severamente torturados.

Martirio de San Cosme y San Damián
Cosme y Damián fueron condenados a muerte por lapidación y flechas. Todo quedó entonces preparado para la ejecución de la sentencia. La sentencia fue ejecutada por ejecutores experimentados. Sin embargo, los santos hermanos gemelos no murieron. El magistrado ordenó entonces quemarlos en una plaza pública. Ejecutaron la sentencia, pero el fuego no los alcanzó. Cosme y Damião siguieron alabando a Dios porque eran dignos de sufrir por Jesucristo. Los pacientes que estaban siendo tratados por ellos, que aún no se habían convertido, se convirtieron cuando vieron estas cosas. Los soldados decidieron ahogarlos a ambos, pero los ángeles los salvaron. Finalmente, por orden del magistrado, los torturadores les cortaron la cabeza.

Devoción a San Cosme y San Damián
Cosme y Damián fueron enterrados por los pacientes que habían sido sanados por ellos. Posteriormente, sus restos fueron trasladados a una iglesia dedicada a ellos, construida por el Papa Félix IV en Roma, en la basílica del Foro. Allí y en toda la Iglesia, son venerados como santos mártires, es decir, murieron porque dieron testimonio de su fe en Jesucristo y no negaron esta fe. La fiesta de Cosme y Damião se celebra el 26 de septiembre.

Oración a San Cosme y San Damián
San Cosme y San Damián, por amor a Dios y al prójimo, consagraste tu vida al cuidado del cuerpo y el alma de los enfermos. Bendice a los médicos y farmacéuticos. Logre la salud de nuestros cuerpos. Fortalecí nuestras vidas. Sana nuestros pensamientos de todo mal. Que tu inocencia y sencillez ayuden a todos los niños a ser muy amables unos con otros. Asegúrese de que siempre tengan la conciencia tranquila. Con tu protección, mantén mi corazón siempre sencillo y sincero. Hazme recordar con frecuencia estas palabras de Jesús: dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino de los cielos

San Cosme y San Damián, rezad por nosotros, por todos los niños, médicos y farmacéuticos. Amén.