









Libro El Carmen (mendoza) Hospital De La Filantropía 1895...
Lo que tenés que saber de este producto
- Colección: No corresponde informar.
- Género: .
- Ensayo Histórico.
- Número de páginas: 310.
- Edad recomendada: de 12 años a 99 años.
- Incluye no corresponde informar.
- Peso: 550g.
- ISBN: 9506920621.
- Dimensiones: 22cm de ancho x 19cm de alto.
Características del producto
Características principales
Título del libro | EL CARMEN. 1895-2005. HOSPITAL DE LA FILANTROPÍA |
---|---|
Subtítulo del libro | El Tránsito de la Caridad a la Seguridad Social |
Serie | Rústica |
Autor | Jorge Ricardo Ponte |
Idioma | Español |
Editorial del libro | OSEP Mendoza - INCIHUSA Conicet |
Edición del libro | 1ra Edición |
Volumen del libro | 1 |
Con índice | Sí |
Año de publicación | 2005 |
Otros
Cantidad de páginas | 310 |
---|---|
Altura | 19 cm |
Ancho | 22 cm |
Peso | 550 g |
Material de la tapa del libro | Cartulina ilustración plastificada |
Con páginas para colorear | No |
Con realidad aumentada | No |
Traductores | No corresponde informar |
Tipo de narración | Ensayo Histórico |
Versión del libro | Rústica |
Tamaño del libro | 22 cm por 19 cm |
Colección del libro | No corresponde informar |
Edad mínima recomendada | 12 años |
Escrito en imprenta mayúscula | No |
Cantidad de libros por set | 1 |
ISBN | 9506920621 |
Descripción
“EL CARMEN. (Mendoza) 1895-2005. HOSPITAL DE LA FILANTROPÍA. El tránsito de la caridad a la seguridad social”; 312 páginas, con 107 planos e ilustraciones. Con el auspicio editorial del CONICET de Argentina. Edición “Ciudad y Territorio” del INCIHUSA-CONICET y OSEP [Obra Social de Empleados Públicos de Mendoza; 2005.
EL CARMEN · HOSPITAL DE LA FILANTROPÍA
PRÓLOGO
"…antaño había un funcionario denominado "recordador".
En realidad, este título era un eufemismo del cobrador de deudas.
Su misión consistía en recordar a la gente
lo que le hubiera gustado olvidar.
Una de las funciones más importantes del historiador
es la de [ser] recordador."
Peter Burke,
En: Formas de historia cultural, 2000
En una sociedad como la mendocina a inicios del siglo XXI, con una fuerte predisposición a valorizar lo "moderno", entendido esto como lo último, se advierte la paradoja de una obstinada tendencia a mirarse a sí misma; ya sea a través de la historia o del presente, para intentar explicar quienes fuimos o quienes somos. Los sujetos de estas miradas suelen, sin embargo, no ser demasiado variados. En efecto, hay en el discurso y en el imaginario social mendocino una aparente puesta en valor de nuestro pasado como comunidad.
No obstante, hilando fino se advierte que esto ocurre cuando este pasado sirve para sostener los mitos del presente, esos que, en Mendoza, tienen tanta fuerza de circulación.
El observar un problema en profundidad, una comunidad por ejemplo, nos revela el desfasaje que existe entre lo que se pregona y lo que se hace.
Indudablemente, no siempre somos como sociedad lo que imaginamos ser. Por ello, la idea de patrimonio cultural, aunque nadie la objete desde lo teórico, es de difícil implementación en lo operativo.
La construcción social de la memoria siempre está asociada a un espacio determinado.
La ubicación de las imágenes y los recuerdos de los protagonistas
se enmarcan en lugares que contienen y contextualizan estas remembranzas y en el estudio de caso del que damos cuenta, la mayor parte de estos relatos han ocurrido en el mismo ámbito donde actualmente funciona el Hospital El Carmen. Precisamente, el objeto de esta publicación es rescatar la historia de este hospital perteneciente a la Obra Social de Empleados Públicos de la Provincia de Mendoza (OSEP). Una memoria que es algo más que la crónica de un edificio que hoy ya no existe, porque como señala Peter Burke [2000] en determinadas circunstancias, los individuos pueden resistir la destrucción de su sede y empeñarse en reconstruir su memoria.
Un hospital (del lat. hospitalis) ha sido definido, sucesivamente, tanto como:
1. m. Establecimiento destinado al diagnóstico y tratamiento de enfermos, donde se practican también la investigación y la enseñanza. 2. m. Casa que sirve para recoger pobres y peregrinos por tiempo limitado. 3. adj. ant. Afable y caritativo con los huéspedes. 4. adj. ant. Perteneciente o relativo al buen hospedaje.
(Extraído del Diccionario on line de la Real Academia Española)
El primer hospital de Mendoza fue, como El Carmen, también un hospicio de caridad, por ello nos ha parecido oportuno incluir en este libro que trata, precisamente, del tránsito de la caridad hacia la seguridad social, una breve reseña histórica del primer hospital mendocino [1790] nacido fruto de la filantropía religiosa. Tal es el caso del hospital de los Betlehemitas, luego conocido como Hospital de San Antonio, el cual, al transformarse en un hospital público, primero municipal y luego provincial, da cuenta también del proceso de transformación que vivieron estos establecimientos nacidos al abrigo de las ideas de la caridad pública. Como se trata de un trozo de nuestra historia olvidado, y a propósito del cual podíamos hacer algún aporte documental original, lo hemos implicado en esta reseña.
El San Antonio y El Carmen, ubicados ambos en los entonces arrabales de la Ciudad de Mendoza, han sido nuestros dos únicos ejemplos de hospitales surgidos de la filantropía y, curiosamente, ambos tuvieron sendos terremotos que afectaron sus instalaciones: 1861 y 1985, respectivamente, tragedias que, de alguna manera, sellaron su futuro.
El Hospital El Carmen a pesar de ser una construcción iniciada a fines del siglo XIX e inaugurada en 1900, corría la suerte errática de tantos edificios públicos y privados mendocinos. Por ello, aunque parezca innegable que El Carmen es un testimonio de nuestro patrimonio cultural, su historia de intervenciones no pareciera haber dado registro de esta categoría cultural. Se lo ampliaba, se lo reformaba, se lo demolía, se proponía reconstruirlo “más moderno", etc. Todo este proceso dentro de un ambiente de impunidad patrimonial, diríamos.
Las actuales autoridades de OSEP, conscientes del valor patrimonial del predio, nos encargaron contar la historia del Hospital El Carmen. A nuestro entender, se produjo un punto de inflexión: detener la mirada y considerar a la historia de El Carmen como un relato que merecía ser contado. Siempre la reconstrucción del pasado es fruto de una determinada mirada e intención, aunque queramos evitarlo. De este intento versan, precisamente, estas páginas.
Nos proponemos contar un trozo de la vida de Mendoza a partir del devenir de una institución hospitalaria en particular; con sus avatares, sus contradicciones, sus marchas y contramarchas; sus momentos de esplendor y de penumbra. Todo ello encuadrado, más que dentro de un trabajo de historia de la arquitectura, en un estudio cultural. En un relato de historia social que pueda dar cuenta, simultáneamente, del tiempo de su emergencia; del contexto social en el que surgió; del sitio en el cual se emplazó y del tránsito y transformaciones que estas instituciones hospitalarias argentinas, surgidas de la caridad pública, tuvieron hasta llegar a ser una expresión contemporánea de la seguridad social.
Este transcurrir de la historia es posible reconstruirlo desde distintos registros: las crónicas escritas, los recuerdos de la gente, los testimonios de determinados actores, los periódicos, los documentos oficiales o privados, la fotografía, etc. La propia arquitectura de un edificio, sus ampliaciones o modificaciones, sus agregados y mutilaciones son también una forma de registro del paso del tiempo y de esas ideas y transformaciones de la sociedad. Se trata de un capítulo de aquello que ha solido denominarse la "micro-historia", ya que se parte de la premisa de mirar con detalle y en un período de tiempo, más o menos prolongado, un objeto singular y los acontecimientos de orden social, político, cultural, etc., que se sucedieron en torno a él.
A propósito de la historia del Hospital El Carmen se conocía más que nada, una crónica de sus comienzos. Y, en general, es en los raíces donde se asienta, precisamente, la construcción mítica. Como siempre los mitos se anclan en los inicios de algo o alguien, existe también una versión mítica sobre el origen de El Carmen que muchos han hecho circular. Las presencias de unos, o las ausencias de otros, son similares en estos trabajos porque, en general, han partido de las mismas fuentes y de las mismas premisas conceptuales.
En estas crónicas previas, se ha puesto el acento en el accionar de los actores fundacionales, vistos éstos desde la exaltación de la filantropía. No siempre los mitos constituyen una versión inexacta de la historia, a veces son ricas construcciones simbólicas que vale la pena analizar [Burke, 2000] y eso es lo que hemos procurado hacer en este trabajo. En nuestra visión, intentamos ubicar a la filantropía dentro del proceso histórico y cultural de la evolución de los sistemas de seguridad social, como un momento particular de la provincia y del país y no como una actitud esencialista y a-histórica, es decir, sin tiempo y sin motivaciones ideológicas.
Es cierto que nadie vive consciente que está haciendo historia y no toma los recaudos de llevar una crónica de lo que va viviendo para que otros, posteriormente, puedan contar su biografía. Pero, en el caso particular del Hospital El Carmen pareciera que, luego del hecho fundacional, a nadie le preocupó construir las memorias de las décadas que fueron sobreviniendo; hasta que algo trágico, como puede ser un sismo, lo zamarreó y lo hizo reingresar violentamente en la historia; desnudando la fragilidad de los registros oficiales y la necesidad de interpolar una historia previa no asentada en ningún sitio.
El terremoto de 1985 afectó sensiblemente a la Ciudad de Mendoza, en general, y al Hospital El Carmen en particular. En efecto, es en la ciudad donde el terremoto (caos) puede provocar más daño ya que la construcción de lo político, de lo moderno, en suma: de lo civilizado, parece ser aquí una unidad precaria de significación. Un caos que no sólo es material sino que se expresa también en el campo del imaginario social como la pérdida de los valores de la civilización, de la cual la ciudad sería su expresión más acabada. En Mendoza el temor a los temblores y terremotos ha perdurado dentro de la conciencia popular; en parte, por el terror que presupone la vuelta al caos (la desorganización nacional, el vandalismo, la falta de previsión, la inseguridad jurídica y patrimonial que presupone la catástrofe, etc.).
A pesar de la paradoja, el terremoto cumple también una función positiva en tanto desmantela el espacio tradicional, posibilitando la reorganización y modernización de las ciudades afectadas. Para remitirnos a la historia, podemos decir que, en la visión sarmientina: "la catástrofe no constituye una fisura insuperable. Por el contrario, la catástrofe registra el punto de una nueva fundación a partir de la cual adquiere impulso el devenir del progreso."
Otros pensadores del siglo XIX, como José Martí, asignaron un carácter emblemático al desastre natural, como contrario al orden deseado; aunque reconocen el carácter paradojal del mismo en tanto obliga a la ciudad a volver sobre sus orígenes, a replantearse el retorno a un inicio, a veces mítico.
La literatura, la crónica, en este caso, tendrían por estrategia legitimar este proceso de: "Inventar la tradición, el origen; "recordar" el pasado de la ciudad, mediar entre la modernidad y las zonas excluidas o aplastadas por la misma...".
Posiblemente este trabajo tenga que ver con esta necesidad de reconstrucción, en el imaginario social, del hospital destruido. Tal vez aquella construcción original del Hospital El Carmen, que era tan evocadora de sus inicios, hubiera podido restaurarse a pesar del sismo sufrido, tal vez no… Los tiempos de los organismos públicos no suelen ser los de las vanguardias y, restaurar el viejo edificio de 1900 en el posterremoto del '85 hubiera sido, verdaderamente, de vanguardia.
La premisa de este libro no ha sido contar la totalidad de los hechos fácticos vinculados al Hospital El Carmen, tarea que hubiera sido imposible por las dificultades ya señaladas. Hemos procurado, en cambio, rescatar la historia de El Carmen y del contexto cultural, político y social en el que nació y se desarrolló; tratando de recuperar y de armar, de a tramos, esa memoria fragmentaria de más de 100 años de existencia. Si la reconstrucción literaria o documental es de por sí ya difícil, la recuperación espacial lo es aún más. Por lo que siempre, estos intentos de reconstrucción y explicación serán fragmentarios, parciales, incompletos. Y el caso de la historia del Hospital El Carmen no ha sido la excepción, a pesar de nuestro deseo.
Conspira para esta recuperación de la memoria local: Municipios que no guardan planos de construcción antiguos porque parten de la premisa de que son cosas viejas que molestan, que llenan armarios, que no sirven, según la óptica de corto alcance del funcionario de turno; mapotecas que carecen de documentos o que dejan arruinar a los que tienen, etc.; y finalmente, la falta de registros hospitalarios, públicos y privados de determinados tipo de objetos o de algunos períodos históricos; la carencia de archivos propios de la institución, oficina técnica, etc.; que pudieran haber asentado testimonios de otras actividades realizadas, de los procesos vividos, de los gastos ejecutados, etc.
Según nuestra visión de la historia, lo importante no sería contar todo sino, interpretar lo que se narra en un contexto cultural, de manera de relacionar estos momentos iluminados con otros hechos, ideas o procesos que circulaban, o no, en otras partes del país y del mundo; para ver y comprender qué tanto tuvimos que ver los mendocinos con las historias o procesos culturales de otras latitudes y otras sociedades. Por ello, éstos acontecimientos seleccionados, que podrían haber sido más, o menos (esto depende de nuestra pericia investigativa y también del azar: de encontrar un documento valioso, un testigo, una foto, una persona amigable que nos acerque una información, etc.) procuran articularse en un relato cronológico comprensible.
En resumen, hemos tratado de aprovechar la información fáctica o cultural como un disparador, para que esta historia reconstruida nos ayude a comprender nuestro presente; para saber cómo y por qué devenimos en lo que somos. A veces, solemos ver a la historia como algo que ocurre en una dimensión y en espacios ajenos a nuestra vida cotidiana. Sin embargo, nos movemos en un ambiente inevitablemente historizado; porque, aunque nosotros lo ignoremos o no lo podamos ver, estamos haciendo historia, la nuestra…
J. R. P.