La Hora Santa. Santisimo Sacramento. Oraciones, Meditaciones

Descripción

La Hora Santa. El Santísimo Sacramento. Oraciones, meditaciones y visitas (edición en español)


Con el fin de ofrecer al creyente católico, un libro práctico, se han reunido tres textos de oraciones y meditaciones para vivir La Hora Santa: uno, contiene el ejercicio espiritual practicado por Margarita María Alacoque, otro el método practicado en la Basílica de Santa María del Pino de Barcelona, España, y uno más, es un fragmento extraído del Manual de la Guardia de Honor. Al mismo tiempo, se han recopilado otras tres obras de oraciones, un rosario, meditaciones y visitas al Santísimo Sacramento. Una de ellas, incluye rezos para cada día del mes. Para mayor precisión, estos son los títulos de los libros recopilados en esta edición:1. La Hora Santa. Su origen2. Meditación de La Hora Santa, ejercicio espiritual practicado por la B. Margarita María Alacoque3. La Hora Santa segun se practica en la Basílica de Santa María del Pino de Barcelona4. Ejercicio en acción de gracias por la institución del Santísimo Sacramento de la Eucaristia5. Dedico ejercicio para implorar la Divina Misericordia en la media hora que se expone al Santísimo Sacramento6. Dardos de amor y peticiones para honrar por todo un mes al Santísimo Sacramento La devoción de la Hora Santa tiene su origen en la oración que Jesús hizo en Getsemaní la vispera de su muerte en la noche del Jueves al Viernes Santo. Esta devoción consiste en pasar una hora en oración de las once a las doce de la noche del jueves de cada semana. Su institución se debe a Nuestro Señor, pues el mismo la pidio a su fiel sierva la Bienaventurada Margarita María, en estos términos: Todas las noches del jueves al viernes te haces partículo de aquella tristeza mortal que quise sentir en el huerto de los Olivos. Y para acompañarme en la humilde oración que presentaba entonces a mi Padre, te levantaras a las once de la noche y te postraras con el rostro contra la tierra, tanto para aplacar la ira divina pidiendo gracia para los pecadores, como para endulzar de manera alguna la amargura que senti con el abandono de mis Apóstoles, la que me obligo a reprocharles el no poder garantizar una hora conmigo. No hay tal vez momento en que el corazón de Jesús haya sufrido más como en la hora de su agonia en el jardín de los Olivos. Su dolor fue entonces tan violento, que por un prodigio inaudito le causo un sudor de sangre y le arranco estas palabras: Mi alma está triste hasta la muerte. Te adoramos Señor mio, Jesucristo Sacramentado, aquí y en todas las iglesias que hay en el mundo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo, y por tu infinita caridad te quedaste con nosotros en el Santísimo Sacramento.