Los Lobos De K Street: La Historia Secreta De Lo Grande Que

Descripción

Los lobos de la calle K, un retrato deslumbrante y exasperante de cincuenta años de influencia empresarial en Washington, es un placer no tan culpable (The New York Times): irresistiblemente dramático, espectacularmente oportuno, explosivo en sus revelaciones e imposible de sofocar.

En la década de 1970, el centro de poder de Washington comenzó a pasar de los funcionarios electos en grandes edificios de mármol a un puñado de operadores inteligentes y bien pagados que no respondían a cualquier circunscripción fija. El hijo de un influyente congresista, un ilustre político con una debilidad por el arte moderno, un tramposo sucio de la era Watergate, el presentador de cócteles favorito de la ciudad: este era el tipo de hombres que ahora

dirigían Washington. Durante cuatro décadas, trazaron nuevas formas de convertir el dinero de sus clientes en influencia política, abandonando el comercio de favores en salas llenas de humo por tácticas cada vez más sofisticadas, como el cabildeo en la sombra. mintiendo, donde las campañas clandestinas provocaron protestas públicas aparentemente orgánicas para presionar a los legisladores para que tomaran medidas eso, en última instancia, beneficiaría a los intereses corporativos más que a los ciudadanos comunes. Con miles de millones de dólares en juego, estas dinastías de grupos de presión consagraron en Washington un consenso favorable a las empresas que guiaría a los líderes políticos del país, tanto demócratas como republicanos.

Un buen cabildero podría redactar un proyecto de ley como un fantasma o incluso anular en secreto una ley apoyada por el presidente, las dos cámaras del Congreso y la mayoría de los estadounidenses; sin embargo, nada dura para siempre. En medio de una reacción populista contra la creciente desigualdad que estos traficantes de influencias ayudaron a instaurar, la alianza proempresarial de Washington DC de repente empezó a debilitarse. Y si bien los grupos de presión establecidos continuarían inventando nuevas formas de influir en Washington, los hombres que construyeron la calle K pronto se encontrarían bajo el escrutinio legal, al borde del colapso financiero o de algo peor. Uno aparecería muerto detrás del green decimoctavo de un club de golf exclusivo, con una botella de vino de 1.500 dólares en el feed y una bala en la cabeza.

Un cuento absorbente (The Atlantic), fascinante y meticulosamente investigado (The Guardian), que cobra vida con detalles novelísticos y considerable habilidad narrativa (The New York Times): Los lobos de K Street es una lectura imprescindible para cualquiera que quiera entender cómo los intereses corporativos están socavando la democracia estadounidense.