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Manuel Belgrano. La Verdadera Historia De Su Casa Familiar

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Lo que tenés que saber de este producto

  • Género: Historia.
  • Subgénero: Historia argentina.
  • Ensayo.
  • Número de páginas: 270.
  • Edad recomendada: de 18 años a 90 años.
  • Incluye .
  • Peso: 500g.
  • ISBN: 9789878842851.
  • Dimensiones: 17cm de ancho x 24cm de alto.
Ver características

Características del producto

Características principales

Título del libro
Manuel Belgrano. La verdadera historia de su casa familiar en Buenos Aires
Autor
Roberto Colimodio - Alejandro Maddonni
Idioma
Español
Editorial del libro
deautor
Edición del libro
Primera
Color de la portada
Marfil
Tapa del libro
Blanda
Tamaño de la letra
Grande
Con índice
Año de publicación
2022

Otros

Cantidad de páginas
270
Altura
24 cm
Ancho
17 cm
Peso
500 g
Material de la tapa del libro
Papel
Con páginas para colorear
No
Con realidad aumentada
No
Con concordancia
No
Género del libro
Historia
Subgéneros del libro
Historia argentina
Tipo de narración
Ensayo
Con cierre
No
Edad mínima recomendada
18 años
Escrito en imprenta mayúscula
No
Cantidad de libros por set
1
ISBN
9789878842851

Descripción

Este estudio responde una serie de interrogantes fundamentales: ¿Cuál fue y cómo era la verdadera casa familiar de Manuel Belgrano en Buenos Aires? ¿Cuándo y por qué fue demolida?

En 2020 se cumplieron 200 años de la muerte de Manuel Belgrano y 250 años de su nacimiento. Si la situación sanitaria lo hubiera permitido se hubieran realizado actos en todo el país para recordar a un prócer nacional considerado junto a San Martín como “Padre de la Patria”. Pero pareciera que un sino de injusticia se ha empeñado en ocultar los hechos relacionados con Belgrano, y las restricciones impuestas en todo el mundo impidieron que dichos homenajes tuvieran el brillo que merecían. Ya conocemos las circunstancias que rodearon su muerte debido a la crisis política que se extendía sobre las provincias aquel otoño invierno de 1820. Su responso y entierro fueron presenciados por un puñado de personas entre familiares y amigos ante la total indiferencia del pueblo y sus autoridades. Al año siguiente se hicieron los funerales oficiales y se estableció que la calle donde vivió llevaría su nombre: Belgrano, a secas.
La losa bajo la cual fue sepultado era parte de un mueble de su casa reemplazada 30 años después; recién en 1903 se erigió el Mausoleo que hoy cobija sus restos por iniciativa de un estudiante del Colegio Nacional de Buenos Aires, que, obviamente no podía ser rechazada. Restos que al ser exhumados sufrieron la profanación de sus piezas dentales nada menos que por pedido de ministros y presidentes. Belgrano a pesar de sus virtudes y de su abnegación para con la causa de Mayo sería recordado casi hasta hoy sólo como el creador de la Bandera y cuyo día se instauró recién el 20 de junio de 1937.
La lenta reivindicación de su figura no contempló un aspecto que aspiramos a rescatar: Belgrano nació, vivió y murió en la casa familiar de Buenos Aires, en algún lugar cercano a la iglesia de Santo Domingo. Su ubicación siempre aparece referenciando otros sitios o mencionando distancias imprecisas.
Entendimos que lo que sabíamos era muy poco, casi todo erróneo. Un nuevo eslabón en la larga cadena de injusticias.

A pesar de la claridad de las preguntas iniciales y de su importancia para diferentes disciplinas como la historia y la arquitectura entre otras, no había respuestas ciertas o válidas. Sólo relatos costumbristas, afirmaciones sin respaldo documental o simplemente mitos.
El más increíble tiene que ver con la imagen de la casa que ha circulado desde 1909 y que no pertenece al solar histórico. Un par de fotografías repetidas hasta el infinito en libros y computadoras dan cuenta de un edificio del que sólo conocemos parcialmente su fachada y que hemos aceptado como cierto sin más condicionamientos ni dudas, La casona del farol y balcón enmarcado por un portal barroco y dos ventanas repartidas simétricamente no fue la casa natal ni mortuoria del prócer, sino la vecina, la casa de al lado.
Se demolió afirmando que esa era la casa donde nació Manuel Belgrano dando origen a uno de los errores fotográficos más lamentables de nuestra historia edilicia.
Once años más tarde se colocó una placa recordatoria que aún se conserva, no allí sino en la actual Belgrano 430, señalando por primera vez el solar correcto que ocupó la casa histórica. Nos hemos grabado a fuego la fachada de la casona colonial del balcón y la hemos reemplazado erróneamente por el edificio actual denominado Calmer ignorando que se trataba de dos parcelas diferentes. Siempre se designó el solar correcto pero se ilustró con la imagen de la casa vecina. Los aportes gráficos que aquí presentamos son contundentes.
Pero hay más relatos y mitos de diferentes épocas. Como el que señala que la casa fue vendida y rematada en 1828 o que tenía salida a tres calles.
Estos ejemplos bastan para demostrar el nivel de confusión reinante.

Resultaba incómodo y hasta poco empático corregir los errores historiográficos y “nadar contra la corriente” cuando esa supuesta “verdad histórica” se imponía en el colectivo imaginario de la sociedad; sin que ofreciéramos, a cambio, la correcta información respectiva.

Integrando disciplinas como la historia, la arquitectura, la genealogía y la arqueología urbana fuimos recorriendo, a sabiendas, caminos inexplorados en archivos buscando fuentes primarias, estudiando documentos inéditos y otros no muy conocidos o difundidos. Sumando piezas sueltas logramos obtener las respuestas necesarias, avanzar en su conocimiento y saldar una deuda histórica.
A lo largo de la investigación surgieron los elementos importantes para poder contar la historia de la Casa Belgrano desde sus orígenes, con la escritura de compra del solar en 1764, su construcción “con 237500 ladrillos” (aunque no su proceso), las hipotecas y fianzas que recayeron sobre ella marcando su destino, prisionera de un limbo legal que tardó casi 80 años en resolverse, hasta que se demolió. Estos registros de oficios judiciales, pertenecientes a sucesiones, concursos, etc., resguardados en el Archivo General de la Nación nos dieron la posibilidad de armar la historia de la casa y saber que permaneció en poder de la familia más de un siglo.
De la lectura de esos expedientes surgió la valiosa información sin la cual no hubiéramos podido completar este estudio con la representación gráfica de la Casa Belgrano que ilustra la tapa de este libro: tres tasaciones de 1861 que nos permitieron, por su rigurosidad y amplitud de datos, complementar los detalles edilicios que apenas teníamos por otras fuentes. Este libro recorre el proceso que dio forma a dos elementos principales: la casa histórica de acuerdo a como lucía en 1861 y la historia de cómo fue adquirida, heredada, y habitada por la familia Belgrano Gonzalez y sus descendientes a lo largo de 106 años. Y así, poder hallar casi todas las respuestas a nuestras preguntas, tras dos años de investigación.

Las inquietudes y certezas aquí planteadas brindan además la oportunidad de asomarnos a una época convulsionada de nuestra historia abarcando los años previos a la creación del virreinato y atravesando los principales hitos que llevaron a la conformación de la Nación.

También adentrarnos en el universo desconocido de la vida familiar del prócer. Detrás de esas paredes, en su escenario natural, la figura de Manuel y su familia con la historia de la casa como testimonio. La casa es el reflejo del lugar que ésta ocupa en la sociedad evidenciando con sus materiales, tamaño, ubicación y comodidades el estatus del propietario.

Hemos puesto también atención en los detalles genealógicos que aporten a la historia de la casa, sobre todo la descendencia por la línea de los Castañón-Acevedo, últimos habitantes de la casa antes de su demolición.
Este aspecto se relaciona con los bienes acumulados por el matrimonio Belgrano González y la forma en que Domingo repartió su actividad entre la comercial mercantil y el mercado de bienes raíces sumando algunos datos a estudios previos sobre la temática. Para ello es necesario comprender qué lugar ocupó el padre de Manuel en las redes de amistad y parentesco típicas de la época destacándose en las más altas esferas comerciales, políticas y eclesiásticas.

Veremos a lo largo de las páginas algunos elementos para comprender su desaparición. El primero de ellos que anticipamos aquí es que en realidad la casa era el hogar familiar de los Belgrano, el solar paterno, heredado por Manuel y el resto de los hijos al morir sus padres.
Quizás a los ojos de hoy, contando con un espíritu de conservación que no existía por entonces, y desconociendo el calvario legal de la casa parezca un hecho de vandalismo incomparable, pero sabemos que no fue así al momento de su demolición.

La casa colonial, que en este periodo podríamos llamar virreinal, constituye para la arquitectura un elemento poco estudiado debido a la temprana demolición de sus principales exponentes que desde el último cuarto del siglo XIX -y a lo largo de 80 años- se vieron sustituidos por elementos de la arquitectura italiana y francesa como consecuencia de la gran inmigración y de los gustos de la elite entre otros motivos.
Lo anterior pasó a ser una "cuartería de tejas", resabio del período colonial hispánico y el mayor deseo era verlo totalmente demolido. Sólo unos pocos ejemplos han sobrevivido hasta hoy carentes de elementos originales pero que aún pueden dar testimonio de los espacios, las costumbres y las formas de aquella época. A través del análisis de su morfología, su programa, sus materiales y su implantación intentamos incorporar información sustancial sobre la vivienda colonial porteña.

Lamentablemente no hemos hallado (si los hubiere) estudios previos sobre la Casa Belgrano con los cuales confrontar nuestra investigación o conocer hipótesis y análisis serios respecto de los interrogantes planteados al comienzo, aunque existen trabajos de gran calidad académica sobre otras casas fechadas en las últimas décadas del siglo XVIII que nos sirvieron como referentes.

Veremos como la Casa Histórica sucumbió, al igual que muchas otras, al paso del tiempo, a la desidia y a un supuesto progreso edilicio; con la particularidad de haber sido la casa familiar de Manuel Belgrano.

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