

Monteagudo: Eminencia Revolucionaria
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Lo que tenés que saber de este producto
- Tamaño mini bolsillo.
- Colección: No.
- Género: HistóricoTeatral.
- Subgénero: Teatro(Textode).
- Teatral. Dramaturgia.
- Número de páginas: 70.
- Edad recomendada: de 16 años a 120 años.
- Incluye .
- Peso: 250g.
- Dimensiones: 14.8cm de ancho x 21cm de alto.
Características del producto
Características principales
Título del libro | Monteagudo: eminencia revolucionaria |
---|---|
Autor | Juan Jacobo Bajarlía |
Idioma | Español |
Editorial del libro | H. Garetto Editor |
Edición del libro | Primera |
Tapa del libro | Blanda |
Con índice | Sí |
Año de publicación | 2009 |
Otros
Cantidad de páginas | 70 |
---|---|
Altura | 21 cm |
Ancho | 14,8 cm |
Peso | 250 g |
Material de la tapa del libro | Cartulina |
Con páginas para colorear | No |
Con realidad aumentada | No |
Género del libro | HistóricoTeatral |
Subgéneros del libro | Teatro(Textode) |
Tipo de narración | Teatral. Dramaturgia |
Tamaño del libro | Mini bolsillo |
Colección del libro | No |
Edad mínima recomendada | 16 años |
Escrito en imprenta mayúscula | No |
Cantidad de libros por set | 1 |
Descripción
Bernardo de Monteagudo (1785-1825)
Tucumano. Murió asesinado en Lima, Perú.
Fue un intelectual revolucionario, líder
político, administrador, abogado y juez.
Fue colaborador de San Martín y de Bolívar
en las guerras de la independencia Americana.
Figura polémica, infundió el respeto y
la admiración de muchos por sus ideas
revolucionarias, su elocuencia en
expresarlos y su ejecutividad administrativa.
Suscitó el odio implacable de otros debido a
su severidad doctrinaria y la turbulencia
de su vida personal.
Había cursado sus estudios de abogacía
en las universidades de Córdoba y Chuqui-
saca.
Ingresó en la vida política como paladín de
la revuelta de Chuquisaca, el 25 de mayo de
1809. En su viaje de regreso a la Argentina,
incitó con fervor a los líderes patriotas de
Jujuy y otras partes del noroeste a pronunciarse
contra la junta de Sevilla, en España. Llegó a
Buenos Aires a tiempo para participar en la
Revolución de Mayo.
Acompañó al ejército al Alto Perú, en carácter
de auditor de guerra y pasó a ser secretario
de Juan José Castelli . Luego de la derrota
del ejército patriota en Huaqui el 20 de junio
de 1811 regresó a Buenos Aires, donde se
convirtió en ídolo de los jóvenes patriotas
porteños merced a sus apasionados escritos
revolucionarios.
Como uno de los redactores de la Gazeta de
Buenos Ayres, Monteagudo denunció o apoyó
vigorosamente diversas acciones de gobierno,
de acuerdo con sus propias convicciones y
ejerció considerable poder político.
Fue miembro activo de la Asamblea del Año
1813 y en 1815 apoyó firmemente a Alvear
como director, pero la caída del gobierno de
este último envió a Monteagudo al exilio en
Europa durante dos años. De regreso en
1817, Monteagudo se encaminó hacia
Mendoza y Chile, donde San Martín,
sin dilación, lo hizo auditor de su ejército.
Por el resto de su vida estuvo vinculado a las
guerras de la independencia de Chile y Perú,
a excepción de un breve período, en 1818.
Después de la derrota de Cancha Rayada,
cuando de vuelta en Mendoza, desempeñó
un papel clave en el juicio y ejecución de los
hermanos Carrera, y otro lapso en 1819 cuan-
do, viviendo en San Luis, tuvo a su cargo el
proceso de los prisioneros realistas compro-
metidos en la conspiración.
En 1820 ocupó su tiempo en redactar proclamas re-
volucionarias, hasta que acompañó al ejército de
San Martín, nuevamente en carácter de auditor, al
Penú y se convirtió allí en uno de los más íntimos
colaboradores del Libertador, especialmente en la
misión de establecer el nuevo gobierno revolucio-
nario, desempeñándose primero como ministro de
Guerra y Marina y luego como ministro de Gobierno
y Relaciones Exteriores. San Martín lo dejó a cargo
del gobierno cuando se embarcó para Guayaquil a
fin de concretar su entrevista con Bolívar, pero los
peruanos lo depusieron el 25 de julio, principalmen-
te por razones personales, y se trasladó a Guaya-
quil; más tarde (1824) Bolívar reconoció las virtu-
des de Monteagudo y sus conocimientos de los
asuntos peruanos, y lo llevó de vuelta a Perú
bajo su protección, como asesor. Al año
siguiente fue asesinado en Lima.
Los escritos de Monteagudo lo señalan como un vi-
sionario revolucionario a la vez que como un jaco-
bino doctrinario. En el primer período que siguió a
la Revolución de Mayo perteneció al grupo more-
nista y poco después se unió a muchos de éstos en
demanda de reformas y cambios revolucionarios,
incluso, a costa de establecer un caudillo o dictador
en el poder, de ser necesario. Su implacabilidad y
rigidez de principios quedaron de manifiesto en su
apasionada defensa de las ejecuciones ordenadas
por Castelli, de Santiago de Liniers y otros líderes
de la conspiración de Córdoba (1811) y sus propias
acciones similares con respecto a los cabecillas de la
revuelta de Alzaga y los hermanos Carrera. La am-
plitud de su visión, por otra parte, se revela por el
hecho de que él fue uno de los únicos líderes de la
independencia Argentina que propugnó una fede-
ración de las nuevas naciones de la América espa-
ñola. Asistió a Bolívar en el trazado de planes para
el Congreso Americano que hubo de celebrarse en
Panamá antes de su muerte.
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