Textos Aceticos Y Espirituales: Del Siervo De Dios Card. Raf

Descripción

Textos Aceticos y Espirituales: Del Siervo de Dios Card. Raf

Description:
Refiere el Padre Lacordaire una confidencia que le hizo cierto dia Mons. Quelen, arzobispo de Paris:
Hay muchos que envidian al obispo cuando lo ven revestido de pontifical y ostentando las brillantes insignias; pero ay!, desconocen lo mucho a que debe renunciarse cuando se asume la carga episcopal. La verdadera y mayor satisfaccion para un corazon sacerdotal esta en el contacto con las almas.
No sabemos si el Cardenal Merry del Val conoceria esa reflexion de Mons. Quelen; pero si la llego a conocer, indudablemente hallaria en ella la expresion de su propia manera de sentir; eso mismo podria afirmarse de muchos otros prelados a quienes solo conoce el comun de las gentes por su renombre, sin sospechar, en cambio, la vigorosa vida interior y el fecundo apostolado que en ellos se encierra.
El Cardenal Merry del Val, que en plena juventud se vio elevado a la purpura cardenalicia y cargado con la pesada responsabilidad de la secretaria de Estado Pontificia, tuvo que renunciar a la asiduidad del confesonario, si bien no dejo de dedicarse al sagrado ministerio y a la cura de almas. En la medida que le fue posible, aconsejaba de palabra y por escrito y nunca ceso de dirigir a quien le pedia que no lo abandonase o creyese que estaba necesitado de su ayuda.
Una de las almas que tuvo la dicha de recibir durante mas de treinta anos la direccion espiritual del eximio purpurado, percatandose de la gracia tan especial que ello representaba, conservo con religioso cuidado las cartas de caracter espiritual recibidas del piadosisimo director, y transcribio fielmente sus palabras, en especial las escuchadas en las contadas audiencias que le concedio.
Dotada esa alma de una memoria privilegiada, ha podido atestiguar que cuanto aparecer en el presente librito - en el que se ha consignado todo lo que no es estrictamente personal - es la reproduccion exacta del pensamiento del Cardenal.
Este se encuentra ante un alma de buena voluntad que busca a Dios, que le busca con sinceridad; pero sin embargo, como tantas otras almas, al ver su fragilidad, corria peligro de perder la confianza en Dios, dejandose llevar del temor, y replegandose en si misma, comenzaba a renunciar a la lucha contra las dificultades que le obstruian et camino.
El alma sabe, desde luego, que debe vencerse a si misma y lo pretende; pero se ofusca con sus propios pensamientos, demasiado humanos, y se fatiga, ademas, con los esfuerzos que va realizando. Necesito una regla de vida y su director espiritual se la da y se la impone. Es una guia para no desorientarse ni extraviarse en el sendero que le marca la Divina Voluntad mediante los deberes que le impone, minuto a minuto, la vida cotidiana; y es, al propio tiempo una ayuda que le facilita su cumplimiento, bastante gravoso muchas veces.
Pero de pronto surge un acontecimiento imprevisto, al que habria que someterse, sencillamente, por ser voluntad de Dios; pero el alma dirigida tiene que apartarse de la linea que se le ha trazado en la regla de vida:
no sabe entonces cual es su obligacion y se turba.
El Cardenal la tranquiliza, le senala nuevamente el camino que ha de seguir, demostrando en esa ocasion mucha firmeza, una gran paciencia, buen sentido comun y, sobre todo, una prudencia extraordinaria.