The Great Agnostic: Robert Ingersoll And American Freethought, De Jacoby, Susan. Editorial Yale University Press, Tapa Blanda En Inglés

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Libro: The Great Agnostic: Robert Ingersoll and American Freethought

Descripción:
Una biografía que devuelve a Ingersoll, el principal defensor de la razón y el secularismo en Estados Unidos en el siglo XIX, a nuestra todavía disputada plaza pública del siglo XXI.

Jacoby argumenta que los estadounidenses están muy en deuda con Ingersoll y les vendría bien revisar su vida y sus escritos en un momento en que el pensamiento religioso sigue siendo una fuerza divisiva en la vida cívica estadounidense.—Mythili Rao, The Daily Beast

Un libro de lectura obligada.—Bill Moyers, de la entrevista de Moyers & Co

Durante la Edad Dorada, que vio el amanecer de las duraderas guerras culturales de Estados Unidos, Robert Green Ingersoll era conocido como “el Gran Agnóstico”. Siendo el orador más famoso del país, alzó su voz en nombre de la razón de la Ilustración, el secularismo y la separación de la Iglesia y el Estado con un vigor sin igual desde la generación revolucionaria de Estados Unidos. Cuando murió en 1899, incluso sus enemigos religiosos reconocieron que podría haber aspirado a la presidencia de Estados Unidos si hubiera estado dispuesto a enmascarar su oposición a la religión. A la pregunta que hoy conserva su poder controvertido: ¿fueron los Estados Unidos fundados como una nación cristiana? Ingersoll respondió con un rotundo no.
En esta provocativa biografía, Susan Jacoby, autora de Librepensadores: una historia del secularismo estadounidense, devuelve a Ingersoll al lugar que le corresponde en una tradición intelectual estadounidense que se extiende desde Thomas Jefferson y Thomas Paine hasta la generación actual de “nuevos ateos”. Jacoby ilumina las formas en que la historia secular de Estados Unidos, a menudo denigrada y olvidada, abarca cuestiones, que van desde los derechos de las mujeres hasta la evolución, tan potentes y divisivas hoy como lo eran en la época de Ingersoll. Ingersoll emerge en este retrato como una de las figuras públicas indispensables que mantienen viva una versión alternativa de la historia. Dedicó su vida a la idea secular más grande de todas: la libertad de conciencia perteneciente tanto a los religiosos como a los no religiosos.