La movida fue así: estábamos en casa, armando un asadito piola, y me encuentro con estos sobrecitos. Y yo, que soy un loco inconsciente, dije "¡qué importa, vamos a probar!". ¡error garrafal, che! abrí el sobrecito y ya me golpeó ese olorcito que te hace dudar de tus decisiones en la vida. Pero bue, ¿quién dijo miedo?. Ahí nomás le mandé un bocado, y qué les digo, muchachos. Fue como una experiencia de otro planeta. La textura, más babosa que la humedad de la con de la lora, y el sabor, ¡ah, el sabor! un mix entre "¿esto es carne?" y "¿qué vegetales están escondidos acá?". Una verdadera fiesta para el paladar, pero más bien una fiesta de disfraces, ¿se entiende?. Después de semejante aventura gastronómica, les juro que salí con un nuevo respeto por los perros, ¿eh? ellos sí que saben lo que es vivir al límite. Así que si algún día quieren salir de la rutina culinaria y sentirse como un verdadero aventurero del sabor, ¡no duden en probarlo! pero aviso nomás, mejor tengan un litro de manaos bien frío cerca, por si las moscas. ¡salud, amigos!.

Es un alimento para perros, no lo he probado, así que mucho no puedo opinar. Los perros lo comen contentos, asi que podríamos decir que es un exito.